Los ISP plantean una vuelta a las cavernas

La pasada semana, desde el sector empresarial de las telecomunicaciones español, se empezaron a lanzar globos sonda para tantear las reacciones de los usuarios frente a una reorganización del sistema de Internet en España. Para empezar, rompiendo los mitos que auspician la baja calidad de las conexiones en nuestro país, algo que cuesta creer sufriendo el día a día, con velocidades y precios que dan vergüenza ajena.

Aunque afortunadamente, el Gobierno ha encontrado la solución, que no pasa por mejorar las telecomunicaciones, si no proponer un cambio en los baremos que miden este tipo de servicios (¡¡que grandes!!) Habrá que ver que cambian, para que, por ejemplo, cuando las conexiones no lleguen ni al 50% contratado, como ocurre en muchos lugares de nuestro país, no sea un punto negativo en las estadísticas.

Una vez negada la verdad, y aprovechando la reunión de ETNO en Sevilla, los representantes de las principales operadoras de telecomunicaciones de Europa se atreven a insinuar que se debe acabar con el sistema de facturación mediante tarifa plana. Por supuesto, la lista de motivos que esgrimen, para ellos, es evidente:

  • Se debe facturar por cantidad de datos consumidos como en otros servicios como la red eléctrica o el sistema de suministro de aguas. Lo que no aclaran es que pasa con el volumen de información que el usuario no solicita y que por supuesto, también le sería facturada.

  • El segundo de los motivos se basa en el uso que dan los usuarios a la tarifa plana, según los empresarios del sector, existen usuarios que abusan de los servicios ofrecidos manteniendo servidores conectados las 24 horas del día, generando demasiado tráfico por el precio que pagan (¡¡increible!!) Por supuesto, para ellos el usuario modelo es aquel que paga más de 60 euros al mes para consultar el correo, visita alguna web de vez en cuando y por supuesto, no exige la velocidad contratada ni pagada.


Con estas declaraciones de intenciones, tanto Gobierno como telecos nos dejan claro que nos espera más de lo mismo, abusos y subdesarrollo, en un sector que se puede considerar clave para la economía de los países desarrollados.

Atrás quedaron las manifestaciones por la tarifa plana y contra los abusos de Timofónica, populres a finales de los años noventa.

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